Los peces son animales interesantes e inteligentes que merecen el mismo
respeto que les debemos a los otros animales capaces de tener expresiones
faciales agradables y fáciles de entender. Los vegetarianos que comen pescado no existen. Eliminar el pescado de la
dieta es una decisión coherente y necesaria para todo defensor de los derechos
de los animales. Y comer pescado o mariscos durante la Cuaresma, NO es una acción cristiana.
Nos podemos pasar miles de horas discutiendo sobre el vegetarianismo
verdadero de Jesús. Si empezamos por recordar que fue esenio, la discusión se
termina en el tiempo que nos toma decir esa palabra; pero siempre por allí hay
alguien que -en vez de decidirse a llevar una vida sana y ética- nos va a
arremeter con la historia de la multiplicación de los panes y los peces.
Aseguran los cristianos vegetarianos que
Jesús nunca aparece comiendo carne ni pescado en los Evangelios. Más aún,
sostienen que los primeros relatos del milagro de la multiplicación no incluían
los peces, tal y como cuenta el evangelista Juan. “¿Cómo vamos a hallar
bastantes panes para alimentar a tanta gente?”, preguntan los discípulos a
Jesús, sin mencionar para nada los peces
Es preciso recalcar que si la historia es cierta, hay que situarse en la
realidad de la época y las circunstancias. Por supuesto que Jesús podría haber
hecho aparecer galletas, manzanas o pasteles; pero alimentó a sus seguidores -los pescadores- con el alimento que ellos conocían y al que estaban
acostumbrados. Jesús -al lidiar con hombres simples a quienes debía adoctrinar– utilizó los medios más eficaces para hacerlo. No discutía con ellos doctrinas
complejas; les contaba parábolas fáciles de entender para que siguieran su
ejemplo. Hay que recordar que en Lucas 5, 8-10 muy claramente le dice a Pedro
que desde aquel momento será pescador de hombres.
Asimismo, se dice que los peces fueron agregados a las historias por
escribas griegos porque la palabra pez en griego “ictus” es una abreviatura de
la frase “Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador” (Iesous Christos Theou Uious
Soter). De hecho, el pez es aún el símbolo de la cristiandad “Jesús Pescador de
Hombres”. En esta interpretación la multiplicación representa una profecía sobre
la naciente iglesia y no tiene nada que ver con comer animales.
Es posible que Jesús formara parte de un
sector de judíos vegetarianos. Un sector realmente minoritario en su tiempo y a
contracorriente, pero firme en sus convicciones, que mantenían incluso en la
fiesta de la Pascua, la más solemne de las fiestas de Israel. Se celebraba en
el primer mes del año judío, el mes de Nisán y duraba una semana. En esos días,
los mercados de Jerusalén rebosaban de productos típicos para la cena más
sagrada del año. El centro de la cena era el cordero, que se solía comprar en
los atrios del templo y se sacrificaba allí mismo. Los sacerdotes, descalzos,
con las vestiduras propias del culto, degollaban ante el altar, uno tras otro,
los corderos que los israelitas varones llevaban después a sus casas o a los
hornos colectivos para asarlos.
Repasemos la costumbre de la cena pascual: En
la cena pascual, el cordero iba acompañado de una ensalada de lechuga,
achicoria, berros, cardos u otras hierbas amargas. El amargor era un recuerdo
del dolor y las lágrimas del pueblo durante su esclavitud en Egipto. Al cordero
y a la ensalada se les añadía la jaroset, una mermelada ritual, hecha con
higos, dátiles, pasas, manzanas, almendras, canela y vinagre, cuyo color y
consistencia recordaban a los israelitas la arcilla con que sus antepasados
esclavos en Egipto amasaban los ladrillos del faraón. Y nunca podía faltar el
pan, que en la cena pascual eran los massot o panes ázimos, sin levadura. Según
los vegetarianos, en la Ultima Cena se sirvieron todos estos platos, menos el
cordero. Y la verdad es que ninguno de los textos evangélicos hace referencia
al cordero y sí al pan que Jesús unta en la jaroset para dárselo a Judas.
Más aún, Jesús procedía de una familia pobre
y, en aquella época, el menú de los pobres era de simple subsistencia. Por
ejemplo, no desayunaban propiamente o masticaban algún trozo de pan camino del
trabajo. La comida del mediodía estaba compuesta por pan, aceitunas y fruta. Y
la de la tarde, por un potaje de verduras, con un trozo de pan que servía de
cuchara y se introducía en el puchero común. La carne no se comía nunca o casi
nunca. Las principales fuentes de alimento eran los cereales, las frutas y las
verduras. Vegetarianos a la fuerza. De hecho, parece demostrado que al menos
tres de los apóstoles (Pedro, Santiago y Mateo) sólo comían vegetales.
Los primeros cristianos, siguiendo el ejemplo
de su maestro, también fueron vegetarianos. Tertuliano, Basilio el Grande,
Clemente de Alejandría, Orígenes y Juan Crisóstomo no lo escondían. Este último
escribía de los primeros cristianos: “No existen manchas de sangre en ellos, no
matan animales ni cortan carne... La antinatural ingestión de carne es de
origen demoníaco”. Clemente de Alejandría recomendaba una dieta sin carne,
citando el ejemplo del apóstol Mateo, “quien consumía semillas, miel, frutas y
vegetales sin carne”. Y añadía: "Los sacrificios
fueron inventados por los hombres como pretexto para comer carne".
Basilio iba más allá y aseguraba que “el
humo de las comidas con carne oscurece el espíritu. Uno puede obtener
difícilmente la virtud si disfruta con comidas con carne. En el paraíso terrenal, no había sacrificios de animales y nadie comía
carne”.
Además, el vegetarianismo está presente en casi todas las religiones. Desde los
jainistas, con su respeto total a cualquier forma de vida, pasando por el
budismo, para terminar en algunas confesiones cristianas. Por ejemplo, los
miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día son totalmente vegetarianos.
Ante este cúmulo de pruebas, los cristianos vegetarianos concluyen: “Jesús fue
vegetariano y sus discípulos traicionarían su mensaje y su vida, si no lo
fueran también. De hecho, para los cristianos, la muerte de Jesús en la cruz es
el sacrificio final, con el que sus seguidores continuamos celebrando su
memoria con comida vegetariana: pan y vino”. Por las verduras hacia Dios.
No olvides que Jesús es compasivo con todo aquel que sufre. No solamente
liberó a los animales que se vendían en jaulas (circos y zoológicos) en el
templo, sino que también rechazó cualquier tipo de sacrificio animal. Él se
convierte en el cordero del sacrificio para redimir los pecados de los hombres
y nos dice que es totalmente anticristiano torturar, matar - o pagar a otros
para que lo hagan - a cualquier criatura de la creación, sea ésta humana o
no.
ROMANOS
14: 1 Recibid
al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.
2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro,
que es débil, come legumbres.
3 El que come, no
menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.
17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida,
sino justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo.
20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la
verdad son limpias; pero es malo que el
hombre haga tropezar a otros con lo que come.
21 Bueno es no
comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite.
22 ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios.
Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.
“Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y
no sacrificio, no condenaríais a los inocentes” Mateo 12:7
“No quiero sangre de toros, ni de ovejas,
ni de machos cabríos”
(Isaías, 1,11).
“Prefiero la misericordia al sacrificio y el conocimiento de Dios al
holocausto” (Oseas 6,6).