sábado, 11 de julio de 2015

Jesús y los Peces

 Los peces son animales interesantes e inteligentes que merecen el mismo respeto que les debemos a los otros animales capaces de tener expresiones faciales agradables y fáciles de entender. Los vegetarianos que comen pescado no existen. Eliminar el pescado de la dieta es una decisión coherente y necesaria para todo defensor de los derechos de los animales. Y comer pescado o mariscos durante la Cuaresma, NO es una acción cristiana. 

Nos podemos pasar miles de horas discutiendo sobre el vegetarianismo verdadero de Jesús. Si empezamos por recordar que fue esenio, la discusión se termina en el tiempo que nos toma decir esa palabra; pero siempre por allí hay alguien que -en vez de decidirse a llevar una vida sana y ética- nos va a arremeter con la historia de la multiplicación de los panes y los peces.
Aseguran los cristianos vegetarianos que Jesús nunca aparece comiendo carne ni pescado en los Evangelios. Más aún, sostienen que los primeros relatos del milagro de la multiplicación no incluían los peces, tal y como cuenta el evangelista Juan. “¿Cómo vamos a hallar bastantes panes para alimentar a tanta gente?”, preguntan los discípulos a Jesús, sin mencionar para nada los peces
Es preciso recalcar que si la historia es cierta, hay que situarse en la realidad de la época y las circunstancias. Por supuesto que Jesús podría haber hecho aparecer galletas, manzanas o pasteles; pero alimentó a sus seguidores -los pescadores- con el alimento que ellos conocían y al que estaban acostumbrados. Jesús -al lidiar con hombres simples a quienes debía adoctrinar– utilizó los medios más eficaces para hacerlo. No discutía con ellos doctrinas complejas; les contaba parábolas fáciles de entender para que siguieran su ejemplo. Hay que recordar que en Lucas 5, 8-10 muy claramente le dice a Pedro que desde aquel momento será pescador de hombres.

Asimismo, se dice que los peces fueron agregados a las historias por escribas griegos porque la palabra pez en griego “ictus” es una abreviatura de la frase “Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador” (Iesous Christos Theou Uious Soter). De hecho, el pez es aún el símbolo de la cristiandad “Jesús Pescador de Hombres”. En esta interpretación la multiplicación representa una profecía sobre la naciente iglesia y no tiene nada que ver con comer animales. 

Es posible que Jesús formara parte de un sector de judíos vegetarianos. Un sector realmente minoritario en su tiempo y a contracorriente, pero firme en sus convicciones, que mantenían incluso en la fiesta de la Pascua, la más solemne de las fiestas de Israel. Se celebraba en el primer mes del año judío, el mes de Nisán y duraba una semana. En esos días, los mercados de Jerusalén rebosaban de productos típicos para la cena más sagrada del año. El centro de la cena era el cordero, que se solía comprar en los atrios del templo y se sacrificaba allí mismo. Los sacerdotes, descalzos, con las vestiduras propias del culto, degollaban ante el altar, uno tras otro, los corderos que los israelitas varones llevaban después a sus casas o a los hornos colectivos para asarlos.

Repasemos la costumbre de la cena pascual: En la cena pascual, el cordero iba acompañado de una ensalada de lechuga, achicoria, berros, cardos u otras hierbas amargas. El amargor era un recuerdo del dolor y las lágrimas del pueblo durante su esclavitud en Egipto. Al cordero y a la ensalada se les añadía la jaroset, una mermelada ritual, hecha con higos, dátiles, pasas, manzanas, almendras, canela y vinagre, cuyo color y consistencia recordaban a los israelitas la arcilla con que sus antepasados esclavos en Egipto amasaban los ladrillos del faraón. Y nunca podía faltar el pan, que en la cena pascual eran los massot o panes ázimos, sin levadura. Según los vegetarianos, en la Ultima Cena se sirvieron todos estos platos, menos el cordero. Y la verdad es que ninguno de los textos evangélicos hace referencia al cordero y sí al pan que Jesús unta en la jaroset para dárselo a Judas.
Más aún, Jesús procedía de una familia pobre y, en aquella época, el menú de los pobres era de simple subsistencia. Por ejemplo, no desayunaban propiamente o masticaban algún trozo de pan camino del trabajo. La comida del mediodía estaba compuesta por pan, aceitunas y fruta. Y la de la tarde, por un potaje de verduras, con un trozo de pan que servía de cuchara y se introducía en el puchero común. La carne no se comía nunca o casi nunca. Las principales fuentes de alimento eran los cereales, las frutas y las verduras. Vegetarianos a la fuerza. De hecho, parece demostrado que al menos tres de los apóstoles (Pedro, Santiago y Mateo) sólo comían vegetales.
Los primeros cristianos, siguiendo el ejemplo de su maestro, también fueron vegetarianos. Tertuliano, Basilio el Grande, Clemente de Alejandría, Orígenes y Juan Crisóstomo no lo escondían. Este último escribía de los primeros cristianos: “No existen manchas de sangre en ellos, no matan animales ni cortan carne... La antinatural ingestión de carne es de origen demoníaco”. Clemente de Alejandría recomendaba una dieta sin carne, citando el ejemplo del apóstol Mateo, “quien consumía semillas, miel, frutas y vegetales sin carne”. Y añadía: "Los sacrificios fueron inventados por los hombres como pretexto para comer carne".


Basilio iba más allá y aseguraba que “el humo de las comidas con carne oscurece el espíritu. Uno puede obtener difícilmente la virtud si disfruta con comidas con carne. En el paraíso terrenal, no había sacrificios de animales y nadie comía carne”.


Además, el vegetarianismo está presente en casi todas las religiones. Desde los jainistas, con su respeto total a cualquier forma de vida, pasando por el budismo, para terminar en algunas confesiones cristianas. Por ejemplo, los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día son totalmente vegetarianos.


Ante este cúmulo de pruebas, los cristianos vegetarianos concluyen: “Jesús fue vegetariano y sus discípulos traicionarían su mensaje y su vida, si no lo fueran también. De hecho, para los cristianos, la muerte de Jesús en la cruz es el sacrificio final, con el que sus seguidores continuamos celebrando su memoria con comida vegetariana: pan y vino”. Por las verduras hacia Dios.

No olvides que Jesús es compasivo con todo aquel que sufre. No solamente liberó a los animales que se vendían en jaulas (circos y zoológicos) en el templo, sino que también rechazó cualquier tipo de sacrificio animal. Él se convierte en el cordero del sacrificio para redimir los pecados de los hombres y nos dice que es totalmente anticristiano torturar, matar - o pagar a otros para que lo hagan - a cualquier criatura de la creación, sea ésta humana o no. 


ROMANOS 14: 1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.
2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres.
3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.
17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 

20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come.
21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu  hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite.
22 ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.

Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentesMateo 12:7

“No quiero sangre de toros, ni de ovejas, ni de machos cabríos”
 (Isaías, 1,11).


“Prefiero la misericordia al sacrificio y el conocimiento de Dios al holocausto” (Oseas 6,6).